Lee esto muuuuy despacito…
¿Alguna vez has notado cómo tus pensamientos ocupan toda tu atención?
Cuando era niña, solía disfrutar profundamente el simple acto de lavarme las manos. Me encantaba sentir la espuma del jabón, ver cómo cubría mis manos por completo, hacer pompas y volver a empezar. Podía repetirlo una y otra vez, completamente absorta en el momento. Toda mi atención estaba ahí, sin distracciones. Redescubrí ese recuerdo hace nueve años, mientras leía un libro de Eckhart Tolle.
Con los años, esa presencia se nos escapa. Vivimos tan sumidos en nuestros pensamientos que ni siquiera recordamos haber pasado por ciertos momentos del día. ¿Te ha pasado? Te invito a hacer un pequeño ejercicio: ve a lavarte las manos como si fuera la primera vez. Siente el agua, la temperatura, el contacto con tu piel. Estarás meditando sin darte cuenta.
A menudo se dice que meditar es vaciar la mente de pensamientos para alcanzar calma y serenidad. Pero yo prefiero verlo así: meditar es volver a sentir, y al sentir, liberar la mente. Para mí, es una forma más sencilla y poderosa de conectar con el presente… y con uno mismo.
Y aquí viene lo mejor: el cuidado de las plantas es una forma maravillosa de meditar.
· Cuando riegas y observas cómo el agua penetra la tierra…
· Cuando trasplantas y sientes el sustrato entre tus dedos…
· Cuando haces esquejes y esperas a que broten pequeñas raíces…
En esos momentos, algo se detiene dentro de ti. Tus pensamientos se disuelven, y entras en el presente. Eso, para mí, es meditación. Solo necesitas aprender a reconocerlo.
Y es que, cuando estás en el Ahora, no estás ni anticipando el futuro ni reviviendo el pasado. No sabría decir cuál de esas dos trampas mentales es más dañina, pero sí sé algo con certeza: en el presente, te vas a sentir la mar de bien. 🌿🙂
3 formas sencillas de meditar cuidando tus plantas
Riega con atención plena
Observa cómo el agua entra en la tierra, escucha el sonido, huele la humedad. Hazlo sin prisa, sin pensar en nada más.
Trasplanta con las manos
Siente la textura del sustrato, el peso de las raíces, el contacto con la maceta. Respira hondo mientras lo haces.
Observa un esqueje crecer
Dedica unos segundos cada día a mirar cómo avanza. Sin juicio ni expectativa. Solo observa y conecta con la maravilla de la vida.


